Contaron chistes, la verdad, malillos y repetidos. Y esto no puede ser.
Hay que mejorar este verano. Tendremos que aprendernos nuevos y más graciosos.
Hubo quien tuvo más gracia y quien menos. Lo intentaron, casi siempre los mismos.
No hay fotos de otra actividad más placentera para ellos. El "regao" resulta que el profe se puso a regar un árbol a las 12, 45 cuando hacía sus 37 graditos a la sombra y los niños se metieron debajo.
Saltaban y saltaban y sus boquitas decían "¡agua, profe,agua!

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